La final de Wimbledon (hoy a las 9) cerrará dos semanas de experiencia trascendente para Novak Djokovic y Andy Murray. "¿Qué piensas que te diría Perry?", le preguntaron a Murray. Era la enésima referencia a Fred Perry, el fantasma que sobrevuela Wimbledon desde 1936, el último año en que un local se alzaba con el título.
"Pienso que me preguntaría por qué no estoy usando su conjunto", respondió entre risas Murray, que desde hace un par de años dejó de utilizar la ropa diseñada a semejanza del último campeón británico. Porque pese a que sus cenizas están en una caja junto a su estatua en una esquina exterior del court central, Perry parece estar más vivo que nunca en Wimbledon. Para que el mito descanse en serio, un británico tiene que volver a ganar Wimbledon, y Murray tendrá una nueva oportunidad.
Del otro lado estará Djokovic, que durante estas semanas no recreó diálogos con fantasmas como Murray, pero sí reveló una experiencia espiritual. El templo budista Buddhapadipa, ubicado en una de las zonas más exclusivas de Wimbledon, se convirtió uno de los lugares que frecuentó el N°1.
"Le gusta porque es un lugar muy tranquilo", relató Ross, una voluntaria en el templo. En la entrada del templo, inserto en una zona con mucho verde y fundado en 1973, un tambor cuelga del techo y un monje camina sobre una alfombra roja. "Es muy silencioso. Estoy parando en una casa cerca y todos lo visitamos", dijo Djokovic.
"Hay una gran presión y estrés en las dos semanas de un Grand Slam, así que necesitas tener un lugar en el que puedas desconectarte y recargar energías", explicó. La principal religión en Serbia es el cristianismo ortodoxo, pero la calma y la cercanía del lugar lo cautivaron. "No puedo hablar mucho sobre eso pero puedo decir que es un ambiente donde me gusta pasar mi tiempo", agregó quien mañana intentará alterar la calma en un césped más sagrado, el de Wimbledon.